"La puerta principal a la bendición de Dios."
Cartas de Sergio Etcheverry

  

Cierta noche oscura, un habitante de la tierra, terminó por comprender que la ceguera de lo eterno había llenado de charlatanes su comarca. De nada bastó hablarles y llamarlos a un respetuoso silencio, sus sorderas eternas alimentadas por su no temor de Dios, le hicieron pensar que eran irrecuperables. Alejados de la magna ciencia juzgaban a todos sus congéneres, y según sus necesidades mundanas, ensordecieron sus corazones a las palabras de las escrituras santas para crear sus propias modas psicológicas y espirituales.

Ante tanta confusión el habitante rezó al Espíritu Santo, abrió el libro y el espíritu a través de Cattiaux le dijo: "El que sabe que sólo Dios opera todo en todo no siente la tentación de vanagloriarse de sus obras aquí abajo. Esperemos, pues, en la Providencia del Señor más que en las obras de nuestras manos. Palabras duras para los inteligentes, para los valientes y para los razonables de este mundo. Nuestros trabajos son inútiles sin la bendición del Señor radiante, ya que no pueden hacer nada sin ella, mientras que ella lo puede todo sin ellos; sin embargo, uniéndolos por un medio natural obtendremos el reposo y la gloria de Dios."
Así sintió y luego recién comprendió la inagotable presencia divina. "No se puede ser tan ciego…" pensó. "Se puede llegar a comprender y poseer lo que previamente se experimenta. Por eso la con-ciencia es una ciencia ya experimentada".

Y entonces el habitante de la tierra rezó y rezó, pidiendo por sus necesidades, como quien repica una campana sin parar. Así fue que sus palabras se reprodujeron encerradas en una gran bocanada de respiración. Su mente -aún pensante a la par del rezo de su boca- repetía: "Quiero abrir esa puerta cerrada, la que conduce a la bendición de Dios." Pero la noche pasó, y muchas más, y la puerta seguía tan lejana como invisible. Y Dios hizo todo para hacerle pensar que estaba casi solo. Sus amigos se olvidaron de él y los mensajes se hicieron tan escasos como los sabios en ese tiempo de tribulación. Entonces los tentadores olieron su soledad con aroma a prueba. Y así lo acosaron hasta hacer conjugar en su mente las ilusiones más absurdas. Y de la mano de esas bajas ilusiones llegaron más y más pruebas.

Entonces el habitante de la tierra corrió a su biblioteca y navegó con los recuerdos de su mente en la página de viejos libros, y escuchó las voces de quienes señalaban los caminos de la Puerta cerrada al Palacio del Rey. Y pasaron los días, rezando, como quien alimenta secretamente el fuego de la vida, y un atardecer, un libro que él nunca había abierto, cayó de la biblioteca. Y allí estaba abierto mostrando un dibujo de un ángel custodio portando una espada. Así Dios a través del ángel habló: "Tú te vanagloriaste de tu humildad y te comparaste con otros hombres con menos conocimiento y esperaste abrir la puerta principal a mi bendición a través de complejas fórmulas, y pensaste en los grandes príncipes alados y en sus nombres cuando tu propia voz no salía más allá de tu boca. Conoce primero al ángel que te he otorgado y él le mostrará a tu espíritu, cuando estés preparado, las 7 puertas. Conoce como obrar con él y su espada y así la noche dejará de ser oscura para convertirse en un bendito fuego de estrellas."
Bendiciones
Sergio

"Y entre los libros de la buena memoria, me quedo oyendo como un ciego frente al mar..."
Luis Alberto Spinetta (Los libros de la buena memoria, El Jardín de los Presentes).